a envidia es un sentimiento natural al cual estamos prácticamente adaptados. Vivimos en un mundo donde el desconfiar es el plato fuerte de cada día y querer lo que otros tienen, sin lucharlo, esta de moda. La envidia ha existido desde que el mundo es mundo.
La diferencia es que antes la envidia estaba basada en el poder, en la riqueza o en la belleza. Los esclavos o las criadas querían ser como sus amos. Los soldados como el rey y quien no envidio a Cleopatra cuando esta existía. Lo que pasa es que ahora se envidia todo. Lo que el otro tiene, lo que pueda tener, lo que sueña tener y lo que aún no ha alcanzado, pero nos imaginamos que tendrá. Patético pero cierto.
Leyendo e investigando, encontré un estudio el cual estaba enfocado a los profesionales y, para curiosidad de muchos, la envidia entre personas de cierta preparación académica puede llegar tan alto como sus puestos. Lo que deja bien claro, que no existen reglas sociales, posición académica, ni lugar profesional que impida o evite que alguien tenga desagradables pensamientos. Las personas que actúan impulsadas por la ira, las bloqueadas por miedos, las personas neuróticas, antisociales, inseguras, y con personalidades egocéntricas son por lo general aquellas que desean el mal a otros y que anhelan tener lo que ellos han logrado.
Lamentablemente no entienden que ese sentimiento atrasa, que no los deja visualizar más allá, ni luchar por sus propias metas. Todos podemos, es cuestión de proponérselos. El final, siempre, de un envidioso es su propia autodestrucción.
