erdí una apuesta con mi mejor amiga y hoy debo llegar a una fiesta calzando afilados tacones rojos. Seré el tema de la noche, sin duda. Odio llamar la atención.
Llego temprano para poder escoger el rincón donde pienso escurrirme, la noche será larga. Todos se divierten, bailan, viven y yo, sigo dominada por la vergüenza. Las ganas de ir al baño se agudizan y no puedo aguantar más.
- Que hago?
Me lleno de valor y me dirijo al servicio. Para mi pesar, hay personas esperando. Luego de unos largos minutos resuelvo la situación.
Regreso al sitio de partida y... Noooo, alguien se apoderó de mi escondite. No hay de otra. A caminar!
- Veo que has encarado tu miedo -- me dice al oido mi amiga.
- Te has retrasado a propósito o son ideas mías? -- le reprocho.
No, no soy tan cruel. Tuve un percance antes de venir y me tardé más de lo que pensaba. Déjate de paranoias y disfruta la noche. Tengo el presentimiento que tus tacos te traerán suerte.
La miro con ganas de matarla, pero sonrío. Sé que me quiere. Se encargó de hacerme la noche mas ligera y lo logró.
Llego a casa tirando a un lado los malditos zapatos que no me dejaron bailar. Siempre he creído en el dicho: "Mira como luces y te diré quien eres" y es obvio que atraparía la atención incorrecta.
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A la mañana siguiente me alisto para mi entrevista de trabajo. He esperado por ella, años.
- El CEO de la compañía la atenderá en segundos -- me dicen amablemente.
Muero de miedo, tiemblo. Domino mis pasos y camino recta hacia el hombre que definirá mi futuro. Mi corazón tiembla. Podré concentrarme? Por Dios que guapo.
El interrogatorio se extiende más de lo que pensaba, pero no me siento incómoda. Al contrario, no quiero que termine.
- Muy bien señorita. Todo me parece genial. Está usted más que calificada para esta posición. Siempre quise tener a mi lado una persona como usted. Odio la rutina ,por eso tengo una sola condición. "Debe venir todos los días con sus hermosos tacones rojos".
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Han pasado 28 meses de esa apuesta que pensé haber perdido y resultó, mi nueva vida. Pensé no ir. Por segundos odié a mi amiga. Pero la vida nos sorprende y nos da lecciones.
Esa noche, por más que me oculté, no pude evitar llamar la atención de alguien que buscaba su otra mitad. Al igual que yo, él se dejaba guiar por las apariencias. Cuando me levanté para ir al baño, me observó, le atraje, pero nada pasó. Y saben por qué? Por mis zapatos.
Comentó con sus amigos sobre mi mal gusto y tiempo después, poniendo las piezas del rompecabezas en orden, recuerdo que yo también lo vi como el chico codiciado. Algo que repelo.
Los dos fuimos víctimas del temor, el qué dirán, los complejos y las falsas imágenes. Aprendí la lección. Perdí el miedo.
El destino nos puso frente a frente. Ambos pudimos conocernos, tanto, que mañana nos casamos.
Mañana le dará el "Sí" al soltero codiciado, "La chica de tacones rojos".