l cristal se humedece, llora sin parar. La lluvia se encarga de adornar con sus gotas su perfil, mientras yo las observo deslizar. Inevitable sentir nostalgia. Recuerdo la última vez que hicimos el amor. Aquí, en esta misma habitación… También llovía. Pego mi cachete al vidrio intentando revivir ese momento. Aquel instante lleno de gemidos… Araño la ventana mientras una lágrima en mi rostro compite con la humedad de afuera. ¿Masoquismo?… No, para nada. ¿Ansiedad?… Mucho menos. ¿Añoranza?… Totalmente. Sigue lloviendo amor… como aquel hermoso día. ¿Te acuerdas? Yo al menos no lo olvido.
Sé que no estas más aquí. La vida se encargó de separarnos sin darme tiempo para decirte cuánto significaste. Pensé que teníamos una vida por delante. Pensé que sobrarían los momentos para decirnos, en susurros, lo que sentíamos. Y ya vez, mi teléfono sonó una tarde de tormenta. Tu nombre apareció en la pantalla de mi móvil, pero no era tu voz. Estabas ahí, claro que estabas. Desesperado, diciéndole al oído de aquel nervioso samaritano que me dijera, que te perdonara por irte sin avisar. Los frenos de tu auto traicionaron nuestros planes. Y la lluvia se encargó de borrarlos para siempre.
Hoy, a un año de tu partida, sigo recordando nuestra entrega cada vez que llueve. Podría odiar la madre naturaleza. Podría pelearme con su llanto y sus regaños. Pero no. Prefiero recordarte. Aquí. a mi lado… Amándome con todo tu ser. Mientras yo, te correspondo viendo caer la lluvia.